
Eras cognitivas
Gnoseogénesis y GnoseoPraxis Sincrónica
La era en que se inició simultáneamente en diversas zonas del orbe la visualización y representación de teoremas para la división y conjunción de superficies, las nociones y notaciones de peso, de distancia y altura, el trazo de polígonos así como la manufactura de poliedros, la alfarería, los sistemas de escritura, el registro de haberes, la realización de relojes solares, de instrumentos calendáricos, de formas de riego, de terrazas agrícolas, de fertilizantes, de edificación de silos, viviendas, templos e ideación de cosmovisiones, amén de la representación simbólica de iconías propiciatorias a través de esquemas esenciales antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos, toposintagmas y metáforas de kinesis.
PAQUIMÉ
Área cultural, zona geográfica.
Escenario de filogénesis sincrónica este-oeste-norte-sur.
¿A 3.500 años a. C.?, según las dataciones del C14 en el este, en el oeste, en el norte y sur, en la región signada por el Continuo Arbóreo ceñido por el continental mosaico de espejos lacustres, en la arboleda continua surcada por el caudaloso Brocado fluvial que se unía a los dos océanos, generando escenarios de biomas generosos, espléndidos y magnánimos para el horizonte Gnoseogénico de los ANASAZIS, de los ancestros de los antiguos pobladores, cuya Gnoseopraxis permanece para ser testimonio en sus múltiples Gnoseópolis que aún asombran a propios y extraños. Vivos ejemplos son Mesa Verde, el Cañón del Chaco, Gila y PAQUIMÉ.
Biócircunstancias que generaron el campo fértil para que los espíritus visionarios aportasen visiones y conocimientos astrofísicos y matemáticos que coincidían con los de sus contemporáneos de muy distantes latitudes, ¿hace 3000 a.C.?
Para sustentar esta plataforma de argumentación, se puede citar al espíritu de formas de Wilhelm Woringer, al inconsciente colectivo de Karl G. Jung, a la Noósfera de Vladímir Vernadski – Teilhard de Chardin, así mismo a hipótesis que incluyen el imaginario de época y la heuresis sincrónica.
El análisis del sitio, a partir de fotos de satélite, de globos aerostáticos, las más recientes de drones y las varias horas de reflexión en nuestro cotidiano seminario, acordamos considerar cuatro dimensiones de interpretación: la física, la pragmática, la simbólica y la cognitiva.
Podemos aventurar que, si bien solamente están en pie y a la luz los cimientos y algunos muros que no develan ¿cómo se iluminaban y ventilaban los espacios? ¿Cómo eran sus cubiertas? ¿Sostenían terrazas o más niveles? El sitio pareciera ser un laberinto críptico de varios cubículos inaccesibles, de funciones inciertas. Y, desde la óptica edificatoria, al no conocer cómo era el tejido social, no podemos considerar el conjunto como viviendas de comunidad, de jerarcas o multifamiliares; quizá su singular organización obedece a razones físicas.
Dimensión Física: para prevenir sobrecargas laterales y verticales, para modular la temperatura interna —enfriarla o templarla—, en principio, la suma de esos espacios posee características muy similares a las de los silos de almacenamiento.
Dimensión Pragmática:
Fractales edificaciones monumentales, materialización de diáfanos símbolos, complejo de geovolúmenes vidriados por la lluvia en el viento de soles.
Sus interiores posiblemente funcionaron como centro de acopio, de conservación e intercambio.
Sistema de silos para conservar y almacenar: medicamentos, granos, carne seca, salada, ahumada, de venado, búfalo, de guajolote, peces secados, salados o ahumados que también utilizaron como fertilizante; gemas (turquesa, azurita, malaquita), conchas marinas, algodón, sal, miel, pieles, plumas e información.
Conjunción de extensas terrazas polifuncionales, volumetría que constituía el audaz conjunto de torres de vigía, el clarividente sistema de gnómones y los esmerados gradientes de faros guía.
Dimensión Simbólica:
Templo, ámbito de certidumbre,
lugar de armonización…
Dimensión Cognitiva:
Observatorio, mapa sideral, reloj solar, calendario…

Al final del siglo XIX, una de las tantas misiones de científicos europeos que visitaron el sitio preguntaron a los pobladores de las laderas de el ignoto lugar cómo se llamaban esos cúmulos de muros destruidos, a lo que contestaron ¿PAQUIMÉ? en idioma Pima, en la lengua del pueblo del río, significa quién sabe, no lo sé. La expresión se quedó y viene a ser otro de los términos con que se nombra el lugar y el horizonte cultural.
PAQUIMÉ, voz Pima que significa: no sé, quién sabe, Quién sabe quién:
Quién de áureos espejos fractales sabe
Quién dibujó los aviarios solares
Quién sabe orientar a los seres astrales
Quiénes saben engarzar fragmentos de lagos aéreos
en los reflejos de los lejanos vientos del olvido
Quién el polvo de luz teje con hilos de plata en las distantes lluvias
Sabe quién bendice la brisa sideral en las verdes estancias de cristales ámbar
Quién sabe leer los peldaños de esta promisoria tierra
Sabe quién abrió la profunda alteza del eco de los océanos Quién sabe las coordenadas de distintos destinos
Sabe quién erguía la certeza en espejismos angulares
Quién sabe quién delineó las morenas moradas
Quién cultivó la miel de sabios atardeceres
Sabe quién bruñía de día el dorso y el torso de la luna
Quién sabe perfumar paredes y piramidales penumbras
Sabe quién dirá en el alto abismo, lo que diremos al decirte
Quién sabe anudar los senderos de espirales
Sabe quién proyectó las cimas profundas del horizonte
Quién sabe sentir en sus manos las raíces del sol nocturno
Sabe quién escuchó nuestras voces antes que nosotros mismos
Quién sabe beber los relámpagos horizontales en el delta del destino deseado
Quién sabe ver los laberintos de la mente en la danza de iluminante fertilidad en los sintagmas de cuatro vientos
Quién nos alerta en el pretérito péndulo descendente, ascendente habitación de luces turquesa, tempestad tenue, tea de los silencios
Quiénes ciñeron la inmovilidad huracanada con sus plegarias
Quién sabe palpar el oleaje de las penumbras incendiantes
Quién conoce las fragancias del rocío de Saturno, el vino de Venus, la espuma del firmamento y la inspiradora humedad del fuego nuevo
Quién atesoró el recuerdo del porvenir en las ancestrales iconografías audibles de aromas entrañables


PAQUIMÉ a cielo abierto

Roberto Real de León Julia Vargas Rubio Marco Antonio Flores Enríquez
Estudio de ArquéPoética y Visualística Prospectiva
Departamento de Investigación y Conocimiento del Diseño
División de Ciencias y Artes para el Diseño
Universidad Autónoma Metropolitana

https://sistemademuseosvirtuales.wordpress.com
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