¿Qué es lo fotográfico?

¿Qué es lo fotográfico?

Alfredo Oliva Delgado

Llevaba algún tiempo dándole vueltas al asunto de lo fotográfico; es decir, pensando en qué demonios tiene la fotografía de exclusivo que la diferencia de otras disciplinas. Su parecido con otras artes visuales, como la pintura o el cine, es evidente. A veces, incluso, nos cuesta trabajo diferenciar una pintura de una fotografía, aunque mientras la primera solía requerir una evidente destreza manual (ahora ya no tanto), para la segunda bastaba con apretar un botón y dejar que otros hicieran el resto.

Con el cine hay un importante salto en la capacidad narrativa, y con otras actividades artísticas, como la música o la literatura, las diferencias residen principalmente en el soporte o el lenguaje utilizado. Pues bien, en esas reflexiones andaba cuando me encontré con que François Soulages define la fotograficidad como la articulación entre lo irreversible y lo inacabable.

Lo irreversible, porque una vez presionado el obturador y captada la imagen, se trata de un acto que no tiene vuelta atrás. Antes de ese momento existían innumerables posibilidades —tanto al encuadrar como al utilizar determinados parámetros técnicos de la cámara— que podrían haber dado lugar a imágenes bien distintas. Pero tras el disparo, esas posibilidades se concretan en una o varias tomas. En ese acto único reside lo irreversible: ya se tomó la decisión, ya no hay duda posible.

A partir de ese momento comienza lo inacabable, porque se abren ante nosotros casi infinitas posibilidades. Si se trata de fotografía química, tanto en la obtención del negativo como en su positivado hay un importante margen de libertad para el fotógrafo o la fotógrafa, que puede manipular el proceso a su gusto para obtener resultados diferentes. Algo similar ocurre con la fotografía digital: el software permite transformar los píxeles captados por el sensor en multitud de imágenes diversas. Las variaciones alrededor de la imagen inicial son, por tanto, innumerables, y siempre habrá nuevas e inagotables posibilidades.

Los grados de libertad comienzan en el mismo momento en que optamos por una toma entre las muchas incluidas en el carrete, la hoja de contactos o la tarjeta de memoria (¡qué complicado resulta a veces!). Y continúan con las decisiones sobre el reencuadre, el grano, la saturación o la nitidez, por mencionar solo algunas de las posibilidades que se nos ofrecen. Este proceso culmina con la forma de presentación, tanto en lo relativo al papel o soporte utilizado como en la disposición final: si la fotografía se muestra sola o junto a otras imágenes; si se incluye en un libro, en una exposición, en una página web o en un audiovisual. Cada formato conduce, inevitablemente, a lecturas e interpretaciones distintas por parte del espectador.

Debemos reconocer que ese inacabable trabajo sobre el negativo o la captura digital guarda ciertos paralelismos con otras actividades artísticas como la música, la danza o el teatro, ya que cada representación o espectáculo constituye una recreación del guion, libreto o partitura original. Pero probablemente sea nuestra propia vida o existencia lo que más se asemeja a esa articulación entre lo irreversible y lo inacabable. Mientras no podemos cambiar nuestro pasado, el futuro se despliega ante nosotros con su abanico de posibilidades. Quizá ahí resida la gran capacidad de seducción de la Fotografía.

Foto: Leonard Freed

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