Antropología del Cyberespacio
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Espacio del conocimiento: la COSMOPEDIA
En el cuarto espacio, el conocimiento es inmanente al intelecto colectivo. Pero no se trata de un simple y puro regreso a la Tierra, ya que si el conocimiento es inmanente a su sujeto, es de una inmanencia radical que logró atravesar a la vez el Territorio y la deterritorialización: una inmanencia sin unidad ni código.
El conocimiento de la comunidad pensante ya no es un conocimiento de la generalidad de los hombres, pues es ya imposible que un solo ser humano, o incluso un grupo, domine todos los conocimientos, todas las competencias, es un conocimiento colectivo en su esencia, imposible de recoger en un solo ser. Sin embargo, todos los conocimientos del intelecto colectivo expresan devenir singulares, los cuales componen mundos.
El colectivo inteligente ya no es el sujeto cerrado, cíclico, de la Tierra, reunido por lazos de sangre o de transmisión de relatos. Es un sujeto abierto a otros miembros, a otros colectivos, a nuevos aprendizajes, que no cesa de integrarse y desintegrarse, de nomadizar en el Espacio del conocimiento. En el cuarto espacio, el sujeto del conocimiento se constituye por su enciclopedia. Porque su conocimiento es un conocimiento de vida, un conocimiento vivo, él es lo que sabe. Es precisamente esta construcción recíproca de la identidad y del conocimiento lo que nos hizo nombrar el cuarto espacio antropológico: el Espacio del conocimiento. La línea filosófica abierta por Kant abandonó la ontología, o pensamiento del ser, para consagrarse solo a la epistemología, a la teoría del conocimiento. Contrariamente al criticismo kantiano, la perspectiva abierta por los intelectos colectivos hace coincidir a la epistemología con la ontología: tantas cualidades de ser como de maneras de conocer.
Enciclopedia significa “círculo de los conocimientos”, ciclo del conocimiento o de la instrucción. El círculo es una figura que, aunque cerrada y ofreciendo una cierta imagen del infinito, solo presenta una única dimensión. Es una línea. Esta figura refleja bien, pues, un conocimiento mayoritariamente expresado en forma de texto. Ya que el texto también es físicamente lineal (aún cuando su estructura semántica es mucho más compleja). El cierre de la línea (su puesta en ciclo) connota la operación de remisión indefinida característica de la enciclopedia. Aunque el término provenga de la Antigüedad, la enciclopedia propiamente dicha es la forma típica de la totalidad de los conocimientos en el Espacio de las mercancías.
En el cuarto espacio, hemos nombrado, junto a Michel Authier, cosmopedia6 a un nuevo tipo de organización de los conocimientos que reposa ampliamente en las posibilidades abiertas desde hace poco por la informática para la representación y la gestión dinámica de los conocimientos. ¿Por qué nombramos a la suma organizada de los conocimientos por el cosmos y no por el círculo? Más que a un texto de una sola dimensión, o incluso a una red hipertextual, estamos frente a un espacio multidimensional de representaciones dinámicas e interactivas. Al cara a cara de la imagen fija y del texto, característico de la enciclopedia, la cosmopedia opone a un gran número de formas de expresión: imagen fija, imagen animada, sonido, simulaciones interactivas, mapas interactivos, sistemas expertos, ideografías dinámicas, realidades virtuales, vidas artificiales, etcétera. En última instancia, la cosmopedia contiene tantas semióticas y tipos de representaciones como se pueden encontrar en el mundo mismo. La cosmopedia multiplica los enunciados no discursivos.
Los paisajes y las fronteras de la cosmopedia son inestables como lo es el mundo y el pensamiento vivo, con zonas de mayor o menor estabilidad. Sus mapas están en redefinición permanente. Al igual que el mundo, no se le explora únicamente por el discurso, sino por un modo sensible, según caminos y proximidades llenos de sentido. Así es como hemos justificado el nuevo término. El conocimiento cosmopédico nos acerca más de lo que nos aleja del mundo vivido. Entendemos por ello que la relación con las representaciones eruditas podría simular la relación estética con el mundo, integrando en particular su componente de sensibilidad, imaginería, incluso su dimensión imaginaria. Se puede comprender la cosmopedia en un sentido metafórico, como figura ideal del conocimiento en el cuarto espacio. Pero intelectos colectivos pueden también tratar de construir efectivamente su cosmopedia: técnicamente nada se opone a ello.
A nuestro entender, la característica principal de la cosmopedia, y lo que le da su valor, es precisamente la no separación. Para los intelectos colectivos el conocimiento es un continuum, un gran mantel de retazos del cual cada punta puede plegarse sobre cualquiera otra. La cosmopedia desmaterializa las separaciones entre los conocimientos. Disuelve las diferencias entre las especialidades en tanto que son territorios donde se ejercen poderes, para solo dejar subsistir zonas de contornos difusos, estructuradas por conceptos de alcance variable y objetos en redefinición permanente. A una organización rígida de los conocimientos de disciplinas discretas y jerarquizadas (típico del territorio) -o al desmembramiento caótico de las informaciones y datos (típico de la mercancía)- se le substituye entonces una topología continua y dinámica.
Los miembros de una comunidad pensante indagan, inscriben, conectan, consultan, exploran. Su conocimiento colectivo se materializa en una inmensa imagen electrónica pluridimensional, en perpetua metamorfosis, agitándose al ritmo de las invenciones, de los descubrimientos, casi viva. La cosmopedia pone no solo a disposición del intelecto colectivo el conjunto de conocimientos disponibles y pertinentes para él en un momento dado, sino que se ofrece igualmente como un lugar mayor de discusión, de negociación y de elaboración colectiva. Al ser imagen plural del conocimiento, la cosmopedia es el tejido mediador entre el intelecto colectivo y su mundo, el intelecto colectivo y él mismo. Los conocimientos ya no están separados de las cuestiones concretas que le dan sentido, ni de las prácticas que los engendran y que ellos modifican a su vez. Según las zonas de utilización y los trayectos de exploración, las jerarquías se invierten entre utilizadores y conceptualizadores, autores y lectores. Cualquiera que se contente con consultar un aspecto de bioquímica o de historia del arte será capaz de inscribir nuevos enunciados sobre tal sector de la electrónica o de la maternidad de los bebés del que es especialista.
En la cosmopedia, toda lectura es una escritura. La cosmopedia es como un espacio relativista sometido por la consulta y la inscripción. La inscripción propiamente dicha hace “cirugía” (cortes, costuras, trasplantes, operaciones discontinuas en general); la consulta, sin embargo, equivale a un masaje/doblado del espacio (inflexiones, operaciones continuas). Las preguntas, las interrogaciones sin respuesta ponen en tensión al espacio cosmopédico, señalan las zonas que llaman a la invención, a la innovación.
La cosmopedia opone una nueva simplicidad a la complejidad desencadenada que nos desgastamos en organizar por trascendencias o en hacer circular por redes cada vez más complejas. Evidentemente, no nos referimos aquí a alguna simplificación mutiladora, llevada a cabo violentamente desde el exterior, sino a una simplicidad esencial, resultante de un principio de organización inmanente al Espacio del conocimiento. Después de atravesar el caos y las grandes cifras, más allá de los hechizos sobre la complejidad, tenemos aquí a la simplicidad que nace de la implicación.
La cosmopedia, espacio continuo de las proximidades, implica primeramente en su estructura dinámica los vínculos, lazos y relaciones entre los enunciados. La situación, el contexto, los confines de una proposición no tienen que ser explicitados por discurso ya que están implicados en la forma moviente de la imagen. El contexto, las referencias, las coherencias conceptuales o prácticas de cada proposición no hay que recordarlas más puesto que están ya ahí, y la manera en que una nueva proposición se vincula al contexto (a otras proposiciones o a partes enteras de la cosmopedia) es materializada por posiciones relativas, proximidades, colores, luminosidades.
El intelecto colectivo forma, modela, pule, esculpe la imagen de su conocimiento y de su mundo más que traducirlo discursivamente. Repitámoslo, la simplificación resulta de la reducción considerable de la parte de texto en la exposición del conocimiento gracias a la implicación de las informaciones sobre las relaciones en la forma misma del “espacio-cosmopedia”. Se puede tomar una analogía en el paso de los portulanos a los mapas, cuando un gran número de relatos se encontró resumido en una sola imagen que contenía todas las informaciones necesarias para los navegantes. Pero dos puntos fundamentales distinguen la invención de la cosmopedia del paso a los mapas geográficos. Primeramente, aquí es el Espacio del conocimiento mismo que se cartografía dinámicamente y no solamente una parte del universo de referencia de una comunidad. Segundo, la simplificación no resulta de la proyección de un sistema de coordenadas trascendente, sino de una autoorganización sobre un plan de inmanencia.
En efecto, ¿a quién implica las relaciones entre los enunciados en el espacio de la cosmopedia? Al intelecto colectivo mismo, a sus navegaciones, a sus trayectos de inscripción, a sus líneas de inercia en el plano de inmanencia de sus conocimientos. Las relaciones entre los enunciados cosmopédicos solo se implican en la estructura de la gran imagen multidimensional porque los miembros vivos del intelecto colectivo lo están también. Son ellos los que segregan y tejen y cosen y pliegan el Espacio del conocimiento, y todo ello en el interior mismo de este espacio.
Desde que se sumergen en la cosmopedia, todo el espacio se reorganiza alrededor de ellos, según su historia, sus intereses, sus interrogaciones, sus enunciaciones anteriores. Todo lo que les concierne los envuelve muy cerca, se dispone al alcance de la mano. Lo que les interesa poco, se aleja. Las distancias son subjetivas. Las proximidades reflejan significaciones en contexto. Es por la implicación que se filtra los grandes números del Espacio de las mercancías. Es por la simplicidad de la inmersión que escapamos a su complejidad, a sus redes laberínticas.
Una vez que se sumergió, el sujeto del intelecto colectivo nada (navega, consulta, interroga, inscribe…), luego vuelve a salir. Al ser memoria del agua numérica, su nado ha modificado la estructura del espacio común, así como la forma y la posición de su propia imagen en la cosmopedia (su navegador personal). Y así sucede en cada inmersión, en cada nado. De conjunto organizan el espacio, lo dibujan y lo vuelven a perfilar, lo evalúan, lo colorean, lo calientan y lo enfrían. Cada uno contribuye a construir y a ordenar un espacio de significación compartido sumergiéndose en él, nadando en él, viviendo en él, simplemente así.
Pierre Lévy
http://inteligenciacolectiva.bvsalud.org/channel.php?channel=1&content=23
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