Yo imagino a la orilla de sus ojos
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Encontrarse con una entidad como lo es Picasso es una experiencia compleja. La información que abunda sobre el ser, el personaje, las historias, las obras, las reseñas, los chismes, que no hacen más que alimentar visiones diversas, a veces encontradas, tanto sobre el propio ser como sobre su obra.
Mirar las pinturas de Picasso es difícil; desde una perspectiva ingenua, inocente, sencilla la fuerza de los rasgos y la diversidad de trazos, colores y hasta estilos requiere del valor del acercamiento sin juicios previos, hasta sin información previa para experienciar lo que es, sea lo que sea que es.
¿Qué nos hace valorar el fecundo y abundantísimo trabajo de Pablo Picasso? ¿lo que sentimos, lo que sabemos, el nombre, la cédula de la obra, las opiniones de los críticos e historiadores del arte, el recinto en donde se exhibe?
¿Cómo establecer contacto cognitivo y emocional con imágenes que trascienden la representación histórica aprendida de la realidad, aun más intensa, a veces, que la experiencia propia?
¿Cómo hace Pablo para imaginar las figuras de sus obras? ¿en dónde nace su inspiración? ¿cómo transita de lo figurativo al cubismo, a la fantasía, a la apropiación, a las transmutaciones en excelencia de la forma de su tiempo?
Reconocer los referentes de muchos de los trabajos de Picasso en grandes, enormes obras de otros autores permite entender y valorar la importancia de la visión, de las visiones en el sentido de la peculiares maneras de percibir y construir de cada individuo. Rembrandt, Van Gogh, Cranach, Tiziano, El Greco, Velázquez, Degas, Renoir, Courbet, Poussin, Champaigne, Bacon , Ingres, Matisse, Cross, Lichtenstein, Goya, Manet, son sólo algunos de los autores en los que pueden identificarse los orígenes que, al ser mirados con pasión y certeza del su tiempo presente, posibilitan a Picasso el aprender y trascender el tema a través de paráfrasis, interpretaciones llevadas a veces al delirio, de un espíritu incansable, obsesivo y lúcido.
El museo Pablo Picasso cuarenta años de inmortalidad, honra esos encuentros, asumiendo la herencia del trabajo arduo para ofrecer múltiples entradas visuales a tantas y tantas obras del autor más fecundo y nutritivo del siglo XX. A cuarenta años de dejar de existir, pervive a través de su obra, su legado se mantiene vigente y es, como la de los grandes maestros, motivo de aprendizaje e inspiración posibilidad de la experiencia y el disfrute estéticos.
Julia Vargas Rubio
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