
La sesión actual aborda la figura del arquitecto italiano Aldo Rossi en el contexto de la postmodernidad arquitectónica. En sesiones previas, se analizaron las contribuciones de Robert Venturi, Denise Scott Brown y Peter Eisenman, quienes han sido considerados figuras clave dentro de este movimiento. Ahora, se examinará la obra y el pensamiento de Rossi, cuya perspectiva introduce una vertiente particular dentro del postmodernismo arquitectónico.
Para comprender la influencia de Aldo Rossi, es relevante situarlo dentro de la tradición arquitectónica italiana y su vínculo con el pensamiento crítico desarrollado en la segunda mitad del siglo XX. En este sentido, la revista Casabella Continuità, bajo la dirección de Ernesto Nathan Rogers, desempeñó un papel fundamental en la difusión de ideas que influyeron a una nueva generación de arquitectos. Rogers no solo contribuyó con escritos teóricos influyentes, sino que también formó una escuela de pensamiento que tuvo un impacto significativo en la producción arquitectónica de Italia.
El análisis de la obra de Rossi permite identificar una aproximación teórica que se aparta de la lógica funcionalista del Movimiento Moderno y propone una reconsideración de la historia, la memoria urbana y la tipología como elementos fundamentales en el diseño arquitectónico. Su enfoque, desarrollado en textos como La arquitectura de la ciudad (1966), establece una crítica al racionalismo estricto y sugiere una arquitectura enraizada en la identidad colectiva y las estructuras permanentes de la ciudad.
Este marco teórico permite situar la producción arquitectónica de Rossi dentro de un discurso postmoderno que, a diferencia de otras corrientes del mismo movimiento, no se limita a la ironía o la fragmentación formal, sino que busca una recuperación crítica de la historia y la morfología urbana. A partir de estas premisas, se explorará la relación entre su pensamiento y la producción arquitectónica italiana, así como su impacto en el debate internacional sobre la arquitectura postmoderna.
La producción teórica y arquitectónica de esta generación de arquitectos en Italia se inscribe dentro de un contexto de oposición a la especulación inmobiliaria y a los grandes desarrollos urbanísticos de la posguerra. Su propuesta se alinea con los objetivos sociales, culturales y políticos de la izquierda italiana, articulando una arquitectura que se distancia de las lógicas mercantilistas predominantes en ese período.
Dentro de este grupo, se destacan figuras como Carlo Aimonino, Manfredo Tafuri, Giorgio Grassi, Vittorio Gregotti, Giancarlo De Carlo y, especialmente, Aldo Rossi. Sus planteamientos toman como punto de partida la noción de “presistencias ambientales” formulada por Ernesto Nathan Rogers, así como su reivindicación del papel central de la historia en la arquitectura. Sin embargo, a pesar de esta base común, comienzan a manifestarse divergencias en sus enfoques, consolidando así líneas de pensamiento diferenciadas.
Uno de los aspectos centrales de esta nueva generación de arquitectos es la consideración de la crítica y la historia arquitectónica como herramientas fundamentales del proyecto. En este sentido, la arquitectura es concebida como un proceso de conocimiento en el que teoría y práctica no pueden ser disociadas. Esta postura, si bien encuentra ecos en las ideas de figuras como Robert Venturi o Peter Eisenman, se desarrolla en una dirección distinta, especialmente en las propuestas de Aldo Rossi.
La influencia de Rossi adquiere una dimensión internacional, con un impacto significativo en el ámbito español. En 1966, su obra La arquitectura de la ciudad se convierte en un referente clave para la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX, consolidando un marco teórico que reinterpreta la ciudad desde una perspectiva estructural y tipológica.
El año de publicación de Complejidad y contradicción en la arquitectura de Robert Venturi representa un momento clave en la reflexión teórica sobre la disciplina. En paralelo, Aldo Rossi, en La arquitectura de la ciudad, elabora una aproximación conceptual en la que la arquitectura es solo un elemento más dentro del análisis urbano. Su interés no se centra exclusivamente en la producción arquitectónica ni en la figura del arquitecto, sino en la construcción de un marco teórico que permite interpretar la ciudad desde múltiples perspectivas.
El contexto de la posguerra resulta fundamental para comprender estas aproximaciones. Tras la Segunda Guerra Mundial, gran parte de la ciudad histórica europea quedó destruida, convirtiéndose en un bien escaso que requería protección y, en muchos casos, reconstrucción. Este panorama contrasta con la actitud de los arquitectos de los años veinte, quienes, en lugar de preservar, impulsaban la creación de una ciudad completamente nueva. En la segunda mitad del siglo XX, en cambio, la tendencia dominante entre los arquitectos de posguerra estuvo marcada por la necesidad de recuperar no solo la materialidad de la ciudad histórica, sino también su percepción y experiencia.
Aldo Rossi concibe la ciudad como un bien histórico y cultural que debe ser preservado. Dentro de su pensamiento, el concepto de tradición adquiere un papel central. Para Rossi, la tradición no implica una repetición mecánica del pasado, sino un orden que, mediante una crítica racional, puede dar lugar a nuevas estructuras conceptuales. Su postura se opone al culto a la novedad promovido por las vanguardias, las cuales, en su afán de ruptura, relegaron las tradiciones a un plano secundario, reduciéndolas a elementos triviales y carentes de valor. Frente a esta postura, Rossi aboga por una recuperación crítica de la memoria y la tradición como elementos esenciales en la configuración del pensamiento arquitectónico.
Aldo Rossi propuso una serie de criterios para interpretar y actuar en la ciudad que fueron ampliamente adoptados por sus contemporáneos, influyendo en numerosas escuelas de arquitectura y en arquitectos de distintas partes del mundo. Su obra presenta una crítica profunda al funcionalismo ingenuo del Movimiento Moderno, evidenciando lo que podría considerarse un componente postmoderno en su pensamiento. En su libro, Rossi argumenta que la relación entre forma y función no es directa ni determinista; sostiene que las formas trascienden la mera función para la que fueron concebidas y que su permanencia en la ciudad es superior a la de los propios usuarios.
Esta postura desafía la premisa central del funcionalismo moderno, que establecía un vínculo inquebrantable entre la forma arquitectónica y su utilidad. Rossi refuta esta noción al afirmar que los espacios y las formas arquitectónicas poseen una autonomía que va más allá del uso inmediato que se les asigne. La arquitectura, en su visión, no debería subordinarse exclusivamente a criterios funcionales, ya que las formas construidas permanecen en la ciudad a través del tiempo, independientemente de su función original.
Su admiración por los arquitectos iluministas franceses, como Étienne-Louis Boullée y Claude-Nicolas Ledoux, resulta fundamental en su pensamiento. En ellos encuentra un rechazo similar al funcionalismo y un esfuerzo por separar la arquitectura como disciplina intelectual del arte de construir, acercándola más a una concepción propia de la ingeniería.
Para Rossi, la forma arquitectónica debe poseer una concreción y pregnancia que favorezca la flexibilidad funcional. En contraste con la tendencia de Mies van der Rohe de dejar los espacios vacíos o homogéneos, Rossi defiende que una mayor precisión en la definición formal permite una mayor libertad en su uso. Su argumento se fundamenta en la experiencia italiana de la reconversión de edificios históricos para nuevos usos, donde las estructuras preexistentes han demostrado su capacidad de adaptación sin perder su identidad formal.
A través de estos planteamientos, Rossi construye una teoría arquitectónica en la que la ciudad se entiende como un conjunto de formas persistentes que configuran su identidad a lo largo del tiempo, desafiando la visión modernista de una arquitectura exclusivamente supeditada a la función inmediata.
Aldo Rossi sostiene que los edificios deben transmitir significados públicos, colectivos o cívicos. Para lograrlo, plantea el uso de la memoria como un instrumento que permita recuperar la conexión entre los ciudadanos y la ciudad. Esta noción se traduce en la incorporación de elementos históricos reconocibles dentro de sus proyectos, facilitando así la identificación de la colectividad con su entorno urbano.
Uno de los aportes fundamentales de Rossi en “La Arquitectura de la Ciudad” es la división de la ciudad en dos elementos básicos: los monumentos y las áreas residenciales. Los primeros, definidos como elementos primarios, corresponden a edificios y espacios pertenecientes a la esfera pública, caracterizados por su singularidad y capacidad para expresar significados colectivos. En contraste, las áreas residenciales conforman el tejido básico de la ciudad y se desarrollan a partir de la repetición tipológica. Esta dicotomía, aunque aparentemente evidente, tuvo un impacto significativo en la manera en que se abordó la intervención en ciudades históricas tras la publicación de los textos de Rossi.
Más allá de una simple categorización de la estructura urbana, su planteamiento revaloriza la función del monumento como hito esencial en la definición de la imagen y el carácter de una ciudad. Esta perspectiva contrasta radicalmente con los principios del Movimiento Moderno, particularmente con la visión racionalista de arquitectos como Ernst May. Mientras el funcionalismo moderno promovía una planificación basada en criterios de eficiencia y estandarización, Rossi reivindica la importancia de la memoria colectiva y la permanencia de ciertos elementos urbanos como referentes culturales.
El enfoque de Rossi, al enfatizar el papel de los monumentos en la configuración de la identidad urbana, desafía las concepciones modernistas y plantea interrogantes sobre la relación entre historia, forma y significado en la ciudad contemporánea.
La concepción racionalista de la ciudad se fundamenta en un proceso aditivo y lineal que tiende a una visión reduccionista de su complejidad. Ernst May ejemplifica este enfoque al describir la estructura urbana en términos de agregación: varias camas conforman una célula, varias células constituyen una vivienda, varias viviendas conforman un edificio, varios edificios estructuran un barrio y varios barrios configuran una ciudad. Este esquema, sin embargo, carece de la noción de monumento, un concepto que Aldo Rossi considera esencial en la definición de la ciudad.
En La arquitectura de la ciudad, Rossi plantea un orden proyectual inverso al propuesto por el urbanismo moderno. Su enfoque otorga valor al monumento, una categoría que el Movimiento Moderno, especialmente en su vertiente influenciada por los planteamientos holandeses y alemanes, había rechazado. Para los arquitectos modernos, la monumentalidad estaba asociada a estructuras jerárquicas, estáticas, sólidas y permanentes, características opuestas a la arquitectura que promovían, la cual debía ser transparente, ligera, transformable y dinámica.
La recuperación del monumento por parte de Rossi implica un cuestionamiento de estos principios modernos y una reivindicación de la arquitectura como elemento estable y definitorio del espacio urbano. Esta oposición se hace evidente al comparar ejemplos paradigmáticos del Movimiento Moderno, como el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe o los dibujos de Theo van Doesburg, con los proyectos de Rossi, entre ellos el cementerio de Módena. Mientras que la arquitectura moderna privilegia la transparencia y la ligereza, la obra de Rossi se caracteriza por volúmenes cerrados, formas contundentes y aperturas controladas, evidenciando un retorno a la permanencia y la solidez.
Otro concepto fundamental desarrollado en La arquitectura de la ciudad, con gran influencia en arquitectos europeos posteriores, es el de tipología arquitectónica. La clasificación y el análisis tipológico de los edificios constituyen un eje central en la propuesta de Rossi, consolidando un enfoque que trasciende la mera funcionalidad para situar a la arquitectura en un marco histórico y cultural más amplio.
Aldo Rossi recurre constantemente a conceptos como el de tipo o modelo en su reformulación de la tipología arquitectónica. Su interpretación de este concepto se vincula estrechamente con la morfología urbana, sosteniendo que cada tipo debe comprenderse en relación con la estructura de la ciudad en la que se inscribe. Para Rossi, la esencia de la arquitectura no radica en la función, como postulaban los arquitectos de entreguerras, sino en la forma y en la estructuración de los espacios. En este sentido, el tipo se erige como un elemento fundamental en su teoría.
Rossi defiende la capacidad de permanencia de la forma arquitectónica, argumentando que los tipos no están necesariamente condicionados por la época o el lugar, sino que responden a principios lógicos inmutables. Estos principios deben descubrirse a través del análisis de ejemplos históricos, ya que, para él, la arquitectura se estructura en torno a tipos específicos, como los de viviendas o escuelas. Estos tipos no solo constituyen categorías analíticas, sino que también representan la esencia misma de la arquitectura: la configuración formal del edificio como respuesta a una manera particular de organizar los espacios.
Desde esta perspectiva, Rossi introduce el concepto de arquetipo, refiriéndose a aquellos tipos que se repiten universalmente y que responden a una necesidad humana fundamental. La presencia de estos arquetipos en diversas culturas y contextos refuerza su teoría sobre la existencia de valores formales inmutables en la arquitectura. El arquitecto, en consecuencia, tiene la tarea de identificar y emplear estos tipos en el diseño, reconociendo en ellos una estructura lógica subyacente.
Asimismo, Rossi manifiesta una cierta nostalgia por los primeros modelos clásicos, pues en ellos percibe la esencia de la estructuración formal de la arquitectura. No obstante, su teoría va más allá del análisis histórico: la tipología no solo constituye una herramienta para comprender proyectos arquitectónicos previos, sino que, sobre todo, se convierte en un instrumento para la proyección arquitectónica. Según Rossi, la justificación de un edificio radica en su alineación con leyes universales y permanentes, reflejadas en el concepto abstracto del tipo arquitectónico.
Manfredo Tafuri denomina esta aproximación “crítica tipológica”, destacando que la intención de Rossi es alcanzar una metodología proyectual basada en la identificación y aplicación de tipos arquitectónicos esenciales. En este marco teórico, la arquitectura se concibe como una disciplina fundamentada en estructuras formales permanentes, lo que reconfigura el papel del arquitecto como un investigador de las formas universales del habitar humano.
Aldo Rossi plantea en “La arquitectura de la ciudad” el concepto de analogía como un instrumento fundamental en el análisis y realización de proyectos arquitectónicos. Para Rossi, la analogía opera como un mecanismo que, a través de la memoria, permite construir una imagen de la ciudad que trasciende su realidad física. En este sentido, introduce la noción de la “ciudad análoga”, una representación ideal que condensa la esencia de la ciudad a partir de fragmentos espaciales significativos.
Un ejemplo paradigmático de este concepto se encuentra en los dibujos de Venecia realizados por Canaletto. Estas representaciones no buscan describir de manera realista la ciudad, sino que configuran una versión idealizada que permanece en la memoria colectiva. Muchos de los edificios que aparecen en estas vistas no se encuentran realmente en la ubicación representada, e incluso algunos corresponden a proyectos alejados geográficamente o no construidos. Canaletto, mediante una operación de montaje, reconfigura el paisaje urbano para ofrecer una visión de Venecia que no responde a su estructura real, sino a una construcción simbólica y evocadora.
Rossi identifica en estas pinturas una expresión de la ciudad análoga, donde la memoria y la imaginación juegan un papel central en la percepción del espacio urbano. En este sentido, su interés por estas imágenes radica en su capacidad de situarse fuera del tiempo cronológico y acercarse a la dimensión onírica. Siguiendo la reflexión de Albert Béguin, Rossi destaca que la enseñanza del sueño consiste en internalizar un mundo de libertad de imágenes, desafiando el orden lógico establecido. Desde esta perspectiva, la ciudad análoga representa un espacio en el que aún pervive un sentido de humanidad que muchas ciudades contemporáneas parecen haber perdido.
En su obra posterior, “Autobiografía científica”, Rossi amplía este concepto al referirse a su propio universo de ciudades análogas. En este texto, la ciudad es concebida como un conjunto de objetos y sensaciones fragmentarias, donde aparecen elementos como faros, torres, cúpulas, chimeneas, acueductos y casas de baño. Esta recomposición fragmentaria refuerza la idea de que la arquitectura y la ciudad no son solo construcciones físicas, sino también estructuras simbólicas ancladas en la memoria y la imaginación colectiva.
Para Rossi esta idea de la ciudad análoga o estas formas que quedan en la memoria es también un instrumento de proyecto, es una operación lógico formal que define el carácter científico, lógico, histórico de la obra de Rossi pero también su carácter biográfico, poético, fantasioso y personal pues él al fin y al cabo utiliza formas que han quedado en su propia memoria y que tienen este elemento irracional Así que la arquitectura análoga de Rossi o la ciudad análoga lo que hace es recurrir a lo vernáculo o a la tradición pero de un modo que está a medio camino entre el inventario y la memoria evocando formas tradicionales o formas que para Rossi son tradicionales que están en la memoria de todos pero a la vez que son radicalizadas e idealizadas en sus proyectos como ahora mismo veremos También podemos ver aquí algunos dibujos del propio Rossi de estas formas idealizadas que tiene en su memoria Estos son bodegones, por ejemplo vemos una cafetera de hecho diseñada por Rossi al lado de edificios, cúpulas, minaretes y son estos elementos con los que él luego proyecta sus edificios Otros aspectos que Rossi integra en su libro La arquitectura de la ciudad es lo aportado por el historiador Kevin Lynch en un libro también de la época muy importante del que no vamos a hablar hoy que se titula La imagen de la ciudad y que es una interpretación de la ciudad en base a tesis psicologistas y geométricas En este libro de Lynch lo que hace el autor es intentar explicar como la conciencia de una persona va construyendo las imágenes de la forma de una ciudad para hacerla legible y como cada uno de nosotros construye la imagen de una ciudad a partir de conceptos como por ejemplo los de senda, borde, barrio, nodo e hito que ya como vemos no son conceptos cuantitativos como podían ser la calle, el barrio, el edificio que son adición de viviendas por ejemplo sino que en este caso son conceptos que tienen que ver con como la ciudad se percibe y en la ciudad para Lynch son importantes estas sendas, los bordes, los hitos o landmarks porque son los que definen la imagen de la ciudad, etc.
Aldo Rossi incorpora ciertas ideas en su obra que también pueden encontrarse en los planteamientos de Kevin Lynch. Ambos arquitectos buscan comprender el instinto espacial del ser humano, es decir, la manera en que las personas interpretan y perciben el espacio. Para ellos, esta percepción es de carácter cualitativo y se manifiesta en todas las culturas, aunque las formas específicas de las viviendas y ciudades no sean idénticas. No obstante, consideran que existen elementos comunes en la estructuración urbana, como la presencia de hitos, bordes, edificios monumentales y ejes de desarrollo urbano que generan una polaridad entre centro y periferia. Estas constantes espaciales, según sus estudios, se reiteran en diversos contextos culturales y temporales.
En su obra “El arquitecto de la ciudad”, Rossi desarrolla una visión de la ciudad que trasciende la mera disposición espacial, enfatizando su carácter político, económico e histórico. La ciudad se presenta como el ámbito donde lo colectivo expresa su voluntad y donde se configura una imagen urbana que no es resultado de decisiones individuales aisladas, sino de un proceso social complejo. En este sentido, Rossi plantea una interrogante fundamental: ¿quién elige la imagen de la ciudad? Para él, el ser humano no es simplemente un individuo dentro de una nación o un asentamiento, sino que su identidad se define por su arraigo en un lugar específico y delimitado.
Rossi argumenta que toda transformación urbana implica, de manera inevitable, una transformación en la vida de sus habitantes. Sin embargo, advierte que estas reacciones no pueden predecirse con precisión, ya que los cambios urbanos generan respuestas que escapan a un análisis meramente racional. En este punto, su postura se aleja de una visión estrictamente determinista, pues considera que las dinámicas urbanas incluyen factores irracionales que afectan tanto el desarrollo de la ciudad como la experiencia de sus habitantes.
Esta aceptación de lo irracional se convierte en un rasgo distintivo de su pensamiento y de sus proyectos arquitectónicos. En este sentido, su enfoque lo distancia del racionalismo del Movimiento Moderno y lo acerca a una perspectiva que podría considerarse dentro de la arquitectura posmoderna. Su obra, por tanto, oscila entre la búsqueda de una estructura científica del espacio urbano, sustentada en la teoría tipológica y en los principios de Lynch, y el reconocimiento de la imprevisibilidad y el componente emocional inherente a la evolución de la ciudad.
La obra de Aldo Rossi se inscribe dentro de una tradición arquitectónica que combina la crítica tipológica con una exploración de la irracionalidad formal. Su producción se ve influenciada por figuras como Adolf Loos y, de manera notable, por el pintor Giorgio de Chirico, cuyas composiciones metafísicas establecen un paralelismo visual y conceptual con los dibujos y proyectos de Rossi. Esta influencia pictórica no solo se percibe en la representación gráfica de sus obras, sino también en la manera en que sus proyectos evocan atmósferas arquitectónicas despojadas y enigmáticas.
Un caso paradigmático de esta aproximación es la propuesta presentada por Aldo Rossi y Giorgio Grassi para el concurso del Barrio de San Rocco en Monza (1966). Este proyecto se inscribe en una postura radical que apuesta por una tipología de vivienda organizada en torno a patios, una decisión que adquiere especial significado en el contexto de la periferia industrial en la que se inserta. La intervención plantea una estructura urbana rigurosamente geométrica, cuyo trazado reticular confiere un carácter autónomo al conjunto, casi como si respondiera a una ley formal susceptible de extenderse indefinidamente.
El diseño adopta un esquema cerrado hacia el exterior, donde los patios funcionan como pausas dentro del caos urbano circundante, estableciendo un espacio de transición entre la vivienda y la ciudad. La propuesta también constituye una crítica a la vivienda racionalista del Movimiento Moderno, pues en lugar de adherirse a una compartimentación funcionalista estricta, Rossi opta por un espacio neutro y multifuncional, evocando las disposiciones residenciales preindustriales, anteriores a la fragmentación programática del habitar moderno. Adicionalmente, la intervención distingue con claridad los ámbitos públicos y privados mediante la disposición de tres grandes espacios abiertos dentro de la trama urbana.
Otro proyecto significativo en la obra de Rossi es el bloque de viviendas Monte Amiata, ubicado en el barrio Gallaratese de Milán y construido entre 1967 y 1974. En este caso, la organización del conjunto responde a una tipología arquitectónica distinta: la vivienda colectiva estructurada en torno a galerías. Esta elección remite a modelos tradicionales de la región de Lombardía, al tiempo que recupera la tipología de calle interior desarrollada dentro del Movimiento Moderno, con precedentes en la obra de los Smithson o incluso en Le Corbusier. La combinación de referencias históricas y modernas no solo enriquece la propuesta desde una perspectiva tipológica, sino que también refuerza la vocación de Rossi por insertar su arquitectura dentro de una continuidad histórica crítica.
El bloque se encuentra dividido por una junta de dilatación, visible en la imagen superior derecha, en el punto donde se produce un cambio de nivel en el pórtico. Predomina una marcada horizontalidad que enfatiza el carácter abstracto de la arquitectura, fundamentada en la repetición y la precisión geométrica. Esta característica es central en la concepción tipológica de Aldo Rossi, quien considera el tipo arquitectónico como un principio organizador basado en la reiteración y la permanencia de formas residenciales establecidas.
Rossi aplica criterios de composición de raíz clásica, evidentes en la configuración del basamento y la jerarquización de las distintas partes del edificio. No obstante, su diseño recurre a un repertorio limitado de elementos formales, lo que refuerza la coherencia tipológica y la reflexión sobre la historia y la tradición arquitectónica. A pesar de esta aproximación historicista, el lenguaje utilizado mantiene un carácter inequívocamente moderno.
En contraste, el edificio contiguo, diseñado por Carlo Aymonino, presenta un enfoque arquitectónico significativamente diferente. Josep Maria Montaner sostiene que la obra de Aymonino ha logrado un resultado más logrado en términos tectónicos y volumétricos en comparación con la propuesta de Rossi, cuya producción, según Montaner, se inscribe más en el ámbito del dibujo y del manifiesto teórico que en la materialización constructiva.
Uno de los proyectos más representativos de Rossi en esta etapa es el Cementerio de Módena, cuya solución geométrica reinterpreta la configuración preexistente del conjunto funerario. En la ilustración comparativa, se observa a la derecha el cementerio original y a la izquierda la propuesta de Rossi, que busca emular y dialogar con la morfología histórica del lugar. El proyecto explora la relación entre la colectividad y la muerte a través de un sistema de recorridos rectilíneos y axiales que, enmarcados por pórticos, conducen hasta la torre troncocónica donde se encuentra la fosa común.
Este proyecto expresa la concepción de Rossi sobre una arquitectura esencial y elemental, estrechamente vinculada con la estructura del pensamiento y la organización social. En esta serie de obras se consolida un lenguaje arquitectónico que influirá significativamente en la enseñanza y la práctica arquitectónica de finales de la década de 1970. La labor teórica de Giorgio Grassi, arquitecto y colaborador cercano de Rossi, resulta igualmente relevante en este contexto, ya que formula un conjunto de reglas compositivas que refuerzan la dimensión metodológica del pensamiento arquitectónico de la época.
Giorgio Grassi plantea que la arquitectura consiste en la utilización de un repertorio específico de elementos, tales como columnas, frontones, ventanas cuadradas, torres y barandillas, combinados bajo leyes estrictas de composición clásica. Estas normas, fundamentadas en principios como la axialidad, la simetría, la repetición y el ritmo, permiten la configuración de las distintas partes del edificio, como pórticos, entradas y patios, los cuales se articulan para definir tipos funcionales concretos, entre ellos escuelas, viviendas y cementerios.
En este contexto, el concepto de tipo arquitectónico adquiere un papel central en la obra de Aldo Rossi, consolidándose como un principio dominante a nivel internacional, con especial incidencia en España. Rafael Moneo, arquitecto español y ganador del Premio Pritzker, sostiene que el tipo arquitectónico representa la estructura permanente dentro de la cual pueden producirse transformaciones.
Durante la década de 1970, Rossi y Grassi reafirman la ciudad y la tipología como las únicas bases sobre las cuales la arquitectura puede recuperar un papel crítico y sustentable. Su postura se opone a la progresiva banalización arquitectónica inducida por el ciclo de producción y consumo.
En las obras posteriores de Rossi, se evidencia una evolución en su enfoque arquitectónico. Si bien en sus primeras propuestas se advierte un marcado neoracionalismo de formas puras y geométricas, sus proyectos más recientes adoptan un espíritu claramente eclecticista, aproximándose a lo que comúnmente se asocia con la arquitectura postmoderna. Estas intervenciones muestran una mayor integración con la tradición tipológica y formal del contexto en el que se insertan.
En estas últimas obras, Rossi se distancia progresivamente del movimiento moderno. A pesar de que algunos de sus proyectos anteriores no pueden considerarse modernos en sentido estricto, conservaban una pureza formal y geométrica característica de la arquitectura moderna. En contraste, su producción posterior evidencia una mayor flexibilidad formal, sugiriendo un alejamiento de los postulados estrictos del racionalismo inicial.
El Teatro del Mundo, realizado en 1979, es una obra que destaca por su carácter poético y singularidad en el contexto arquitectónico. Esta estructura, construida con placas de madera sobre un barco, no solo desafía las convenciones de permanencia, sino que también se traslada de un lugar a otro dentro de la ciudad de Venecia. Su diseño, inspirado en los principios compositivos de los arquitectos de la Ilustración, se presenta como un pequeño teatro que se mueve a través de diversas ciudades, incluida Dubrovnik. Esta movilidad refuerza la intencionalidad del proyecto, que busca hacer referencia a los monumentos emblemáticos que definen la historia colectiva de Venecia, colocándose temporalmente junto a esos mismos monumentos que intenta recrear.
El enfoque de Aldo Rossi al dibujar sus proyectos muestra una constante interacción con los hitos arquitectónicos de la ciudad. En sus dibujos, la arquitectura no es presentada de manera aislada, sino siempre en relación con otras formas que, como él mismo sugiere, provienen de la memoria colectiva y de una tradición que da coherencia a la propuesta. Rossi, al igual que en otras obras, no deja de hacer referencia a la arquitectura histórica y la tradición urbana, un factor constante en su trabajo, como se observa en sus representaciones gráficas.
La obra posterior de Rossi, la sede de la empresa Aurora en Turín, refuerza esta tendencia hacia la integración de la arquitectura en el contexto urbano. Este edificio, de esquina, busca armonizar con la morfología de la ciudad mediante una solución volumétrica que remite a la arquitectura residencial monumental típica de Turín. Su diseño incluye elementos tradicionales como cubiertas a dos aguas, esquinas con torreones clásicos y mansardas, todos elementos vinculados con la historia local de la arquitectura. Rossi también emplea una diversidad de materiales, contrastando con las tendencias de la arquitectura moderna que limitan el uso a un número reducido de materiales. Además, recurre a recursos historicistas como el pórtico de esquina, sustentado por dos columnas imponentes, cuyas características, como los capiteles, refuerzan la relación con la tradición clásica.
El análisis de estas obras demuestra una constante búsqueda de Rossi por reconectar la arquitectura con la historia, no solo a través de la forma y los materiales, sino también en la forma en que la obra se relaciona y dialoga con el contexto histórico y urbano en el que se inserta.
Aldo Rossi, con su enfoque arquitectónico, desafía la lógica funcionalista que prevaleció en el Movimiento Moderno. En sus proyectos, como las oficinas que aparentan ser viviendas, Rossi no solo abandona la noción de funcionalismo, sino que también juega con la percepción y la tipología arquitectónica. A través de este tipo de contradicción, al dar a las oficinas el aspecto de viviendas, Rossi se aleja de la práctica funcionalista de los modernos, quienes buscaban dar a las viviendas el aire de oficinas. Este giro pone de manifiesto una crítica a la rigidez de las categorías funcionales en la arquitectura moderna.
El Museo Alemán de la Historia, aunque no llegó a construirse, ejemplifica esta crítica a la modernidad a través de una concepción fragmentaria y referencial. Rossi, en este proyecto, recurre a piezas que evocan la tradición tipológica de grandes museos europeos, adoptando una estructura de volúmenes distintos, cuya disposición hace eco de las propuestas de arquitectos como Tessinou, Peter Behrens, Walter Gropius, Mies van der Rohe, y Schinkel. La elección de estos elementos no es casual: es el resultado de una reflexión sobre la esencia histórica de la tipología del museo. Para Rossi, la arquitectura debe basarse en la memoria histórica, y en sus proyectos, esa memoria se materializa mediante una fragmentación de la forma, en la que cada parte del edificio responde a un fragmento de la historia arquitectónica.
Esta fragmentación y disociación entre forma y función se presentan como un manifiesto de la postmodernidad, tal como lo concibe Aldo Rossi. A diferencia de arquitectos como Venturi, cuya postmodernidad se caracteriza por un eclecticismo irónico y a menudo superficial, Rossi se aleja de la ironía y busca una aproximación más seria y reflexiva. Mientras que la postmodernidad de Venturi se fundamenta en un juego de referencias y humor, Rossi busca restaurar la relación de la arquitectura con la gente común mediante una cuidadosa investigación tipológica. Este enfoque, aunque fragmentario, es más meticuloso y reflexivo que el de los arquitectos de la postmodernidad más radical, como Peter Eisenman, quienes rechazan la existencia de tipos universales en arquitectura.
En este contexto, se puede afirmar que Aldo Rossi es un arquitecto postmoderno, pero con una interpretación más compleja y menos superficial que otros exponentes del movimiento. Al alejarse de la relación estricta entre forma y función, y al hacer uso de una tipología arquitectónica que apela a la memoria histórica, Rossi ofrece una alternativa al racionalismo de la modernidad. Su trabajo no es una negación de la modernidad en su totalidad, sino una exploración crítica de sus principios. Esta reflexión tipológica y su revalorización de la historia lo sitúan en una postura postmoderna más cuidada y profunda.
0 Comments
Leave a reply
You must be logged in to post a comment.