
En el libro Construcciones ilusorias. Arquitecturas descritas, arquitecturas pintadas de Juan Antonio Ramírez.
Alberti está muy influido por sus actividades como restaurador de monumentos antiguos y como arquitecto que ha debido proyectar construcciones en curvas, las cuales justifica por su supuesta ventaja explicada en su preámbulo. Su misión es definir los principales tipos de edificios y proporcionar reglas que los harán parecer hermosos.
En el prólogo de su obra dice:
“Y si tenemos intención de clasificar de modo adecuado—como queremos efectivamente hacerlo aquí—las varias clases de edificios y sus diversas partes en el interior de cada clase, el método de tal indagación impone en todo caso clarificar de modo exhaustivo cuáles son las diferencias que hay entre los hombres, ya que los edificios están hechos para ellos y varían en relación con las funciones que desempeñan.”
—L. B. Alberti, L’Architettura (De re Aedificatoria), 2 vols. Texto latino y traducción italiana a cargo de Giovanni Orlandi. Introducción y notas de Paolo Portoghesi. Il Polifilo, Milán, 1966, pág. 14.
Fabrizio Brunetti, Le Tipologie Architettoniche nel trattato Albertiano, en Omaggio ad Alberti (Studi e documenti di Architettura, núm. 1), Teorema, Florencia, 1972.
Más adelante, Alberti menciona:
“Si todo esto corresponde a la verdad, resulta que unos son los tipos de edificios a reservar para toda la comunidad, otros para los poderosos y otros para el pueblo. Entre los destinados, habrá otros para quienes se encargan de ejecutar las decisiones y, en fin, otros para quienes tienen por finalidad acumular riquezas.”
De este modo, la ciudad resultante hablará con claridad sobre la diferenciación social. Los valores semánticos de la arquitectura se reducen casi exclusivamente a disociar y definir grupos e individuos claramente desiguales.
Alberti también se ocupa en algunas ocasiones de la ubicación de los edificios dentro de la ciudad. Para las habitaciones del rey o del tirano, propone distintos lugares según el diverso modo de gobernar. El primero podrá situar su palacio en el centro de la población de modo que sea “fácilmente accesible”. Por el contrario, el tirano deberá colocar su castillo fuera de la ciudad, aunque cerca de ella; su preocupación mayor será construir dispositivos secretos que sirvan para la defensa y el espionaje.
No obstante, el énfasis mayor lo pone en la caracterización de la casa. Los distintos espacios se organizan según su grado de privacidad y comunicación. En el siguiente cuadro se sistematiza el pensamiento albertiano:
CUADRO 4
LA CASA (ALBERTI)
LUGARES
PUBLICOS |
LUGARES PRIVADOS | |
PARA TODOS LOS MIEMBROS
DE LA CASA |
PARA ALGUNOS MIEMBROS
DE LA CASA |
|
Pórtico
Vestibulo |
Atrio
Patio
Sala
CORAZON DE LA CASA |
Dormitorios
de casados Dormitorios de las doncellas Habitaciones para huéspedes Habitaciones para los sierVOs |
En la casa, el atrio, la sala y los ambientes similares deben ubicarse en un lugar bien visible, de tal manera que se puedan alcanzar fácilmente desde los pasillos y sean accesibles tanto para los habitantes como para los forasteros que vienen a rendir homenaje o a dar gracias.
La comparación con la ciudad es aún más clara en otros pasajes. Alberti menciona que el “corazón de la casa” será la parte fundamental, en torno a la cual gravitarán todas las partes menores, tal como ocurre en una plaza pública dentro de un edificio. Hacia este espacio se dirigirán no solo las entradas adecuadas, sino también los vanos apropiados para la iluminación.
Relación entre la casa y la desigualdad social
¿Cómo conecta Alberti esta visión de una morada feudal racionalizada con la desigualdad social previamente constatada en la ciudad? Aunque reconoce que su misión es desarrollar tipologías para las distintas clases, en la práctica no es capaz de hacerlo del todo. Sobre las casas para los pobres, afirma:
“Las habitaciones de la gente menos pudiente estarán inspiradas, dentro de los límites de la diversa situación económica, en la elegancia de las moradas de las clases acomodadas. Tal imitación se hará, no obstante, con la preocupación de no sacrificar la utilidad al deleite.”
De este modo, se hace evidente que De re aedificatoria no solo es un tratado normativo sobre arquitectura, sino también un instrumento de legitimación social.
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